- Hola, buenos días – escucho en el silencio de la mañana.
Abro los ojos y allí está Laura, de pie, mirándome. Aun no estoy acostumbrado a tener a alguien en casa, y menos a que haga cosas. La miro con los ojos entreabiertos, no me llevo bien con las mañanas.
- ¿Qué hora es? – pregunto a duras penas.
- La hora de ponerte en pie. Tienes café en la cocina y ponte algo de comer. Acaban de llamarte de SeGuard, la empresa de seguridad que ha contratado tus servicios, te han enviado las claves por correo codificado tal y como les pediste.
- Jolín Laura, la gente se va a enterar de que me acuesto con mi secretaria.
- Sí gracioso. Tengo que salir a hacer unas compras, pero no me iré tranquila hasta que no te pongas en pie.
- Déjame en paz – digo mientras me cubro con la sabana la cabeza.
- Pero qué tonto que eres. Vamos para arriba – me dice mientras retira toda la ropa de cama que me cubría. Me obliga a incorporarme.
- Desde luego que eres peor que mi madre.
- Y lo que te queda chiquitín.
A duras penas consigo realizar todas las tareas encomendadas, el café parece no hacer efecto y acabo cayendo en una segunda dosis de emergencia para poder integrarme con el día. Ocupo toda la mañana en revisar los sistemas de clientes. No han saltado las alarmas de ninguno, pero aún así chequeo algunos sistemas, como el de Aguado, demasiada paz después de la tormenta del otro día. Registro el archivo de eventos, no han detectado movimientos extraños, por lo que los agentes no han reaccionado, pero encuentro una extraña sucesión de comandos de trasferencias aceptadas que no deberían estar ahí. Es como si alguien hubiera accedido al servidor desde dentro usando accesos ilegales.
- Vale – me digo en voz alta. – Qué estupidez.
Alguien ha usado un terminal para introducirse en el servidor desde dentro, pero a través de una conexión externa. Me fijo más en el planteamiento. Alguien se ha conectado a Internet desde un MODEM externo, tal vez un móvil 3G y a continuación han creado una conexión puente entre el MODEM y el servidor. Ingenioso. No deja huellas, o no debería.
Reviso el archivo de eventos paso a paso. No marca la IP del nexo con el servidor, pero sí unos comandos de desbloqueo y análisis y unas líneas en código hexadecimal. Qué extraño y además ilógico. Cada vez tengo más dudas, y todo resulta contradictorio. Se conectan usando un método curioso, pero a la vez, dejan rastro. Bueno, esto me obliga a ampliar el trabajo de mis agentes. Antes de dar la voz de alarma, o al menos ponerme a investigar más a fondo, voy a asegurarme de que hay espías en la asesoría. Copio el archivo a mi PC y lo dejo en tareas pendientes.
Escucho las llaves de Laura y la puerta al cerrarse. Creo que voy a descansar hasta después de la comida.
***
Laura ha montado su despacho en el salón. La verdad es que no me molesta, apenas salgo del mío, y cada vez más, me gusta la idea de tenerla cerca.
Siguiendo el protocolo habitual, me conecto al servidor de SeGuard. Analizo su sistema intentando localizar puertas traseras. Nada. Busco restos de transacciones, paquetes, agentes, cualquier cosa dejada por dedos pocos expertos. Nada. El servidor está limpio. Menuda sorpresa, esto sí que es interesante. Quien lleve el mantenimiento del servidor es bueno. Hoy, mi trabajo consistirá en localizar puntos de conexión seguros para terminales externos y blindarlos. Creo un directorio seguro y dejo mis programas de rastreo habituales.
Entro en la base de datos y procedo a volcar la información sobre los trabajadores, la cual resulta no ser muy extensa. Cierro la sesión.
Por curiosidad, mala que es, reviso los datos del personal y de repente algo salta en mi cabeza. Un nombre. Hay varias personas que no son del país, pero hay una cuyo nombre me llama a gritos y no caigo. Un resorte en mi cabeza deja paso a una desbordante e intensa sensación de angustia. Hasta que no vuelvo a exhalar aire no me doy cuenta de que había dejado de respirar. No puede ser.
- No me lo puedo creer. ¡Joder, joder, joder! – no me puedo creer lo que estoy viendo en la pantalla.
Escucho los pasos apresurados de Laura desde el salón hasta mi despacho.
- ¿Qué ocurre?
- ¡Está aquí, en Tortuosa!
- ¿Quién Óscar?
- Belén está en Tortuosa… – dejo la última palabra en el aire.
Cada vez que damos un paso hacia delante, más me confunde la situación. Repaso la lista de nuevo, es imposible, más bien increíble, pero está ahí, entre los empleados de la empresa de seguridad.
- ¿Estás seguro? No veo su nombre.
No hace falta que busque, su nombre no está ahí, pero sí Jolie Bowie. Parecerá una tontería, pero está ahí. Jolie… es increíble.
- Su nombre real no está, pero sí uno que reconozco como suyo. – Por un momento me quedo en blanco, a pesar de la tensión del momento, no creo que deba decirle a Laura qué hubo entre Belén y yo. Ella tampoco me cuenta quienes fueron sus antiguos amantes.
- ¿Cuál?
- Jolie Bowie.
- ¿Jolie? Vaya Óscar, esto sí que es una sorpresa.
- ¿Sorpresa? – La miro a los ojos intentando averiguar en que está pensando.
- Sí, Belén me contó que tenía un amigo – recalca esta palabra – con el que se llevaba muy bien… - pausa – y que la llamaba Jolie, como el personaje de Piers Anthony… - otra terrible pausa - … y eras tú.
- Laura, yo… - un nudo en la garganta me retiene las palabras y mi mente ha dejado de intentar buscar una explicación. La miro, sus ojos se me clavan en el alma.
La miro y tengo la impresión de que me he salido de la realidad y estoy viendo una teleserie donde las traiciones, las mentiras y una inmensa retahíla de mala conciencia desbordan todas las acciones. De repente su cara cambia, una mueca le desdibuja el frío rostro con el que me observa. Hasta que estalla en una serie de carcajadas que, si no fuera porque la conociera, me tendría francamente desconcertado. En estos momentos, la franqueza no aparecía, porque el desconcierto era bastante alarmante.
- ¿Qué? – la interrogo intentando averiguar qué es lo que le pasa.
- Qué cara has puesto… – y continúa la risa. Me está empezando a poner nervioso.
- Laura, por favor, ¿qué pasa? – Desesperación en mi voz, lo que la ayuda a aumentar el nivel de carcajada.
- Ya sé que erais amantes Óscar. Belén me contaba muchas cosas en nuestros encuentros. Lo siento, no he podido evitar hacer esto.
Entonces empiezo a tomar conciencia de que ha sido muy bueno, pero mi orgullo masculino lucha por mantenerme en mi sitio contra mi conciencia. De repente me encuentro en una reyerta a muerte entre las dos… mi orgullo cae rendido mientras Laura me abraza y me da un beso maternal en la frente. Se sienta frente a mí, he intenta tomar el control de sus actos. Tiene los ojos brillantes por la tensión, pero en esos momentos se me antoja muy guapa. Corto por lo sano, e intento seguir por donde lo dejé.
- ¿Podemos continuar?
Afirma con la cabeza con varios movimientos muy rápidos, creo que no se atreve a abrir la boca por miedo a empezar de nuevo con la reacción provocada por su broma, tiene los labios tan apretados que se han quedado blancos, pero de vez en cuando, sus comisuras delatan el intento desesperado que está haciendo por no volver a reírse.
- Pues Jolie… - vuelve a explotar a carcajadas obligándola a cortar la frase que iba a decir. Se le han subido los colores, está muy guapa.
La verdad es que me estoy aguantando un montón por no cogerla y llevármela al cuarto. Todo tipo de pensamientos se me pasan por la cabeza, pero verla tan alegre, es extraño, pero con el pelo suelto cogido con una felpa roja, la camiseta gris marcando sus curvas, la falda blanca que le llega hasta el suelo, el brillo alegre de sus ojos, el color sonrosado que ha adquirido su mejillas... Creo que se me está yendo la cabeza por caminos que no debieran. Acabo de descubrir algo muy gordo y que puede que empiece a echar luz sobre todos los acontecimientos inexplicables y yo pensando en llevármela a la cama. Se sigue riendo. Acerco mi silla a la suya. No para. Me echo hacia delante hasta ponerme a pocos centímetros de sus labios. Ya no ríe con tanta ansia, pero se le ha quedado marcada una alegre sonrisa. La beso. Me responde. No llegamos a la cama.
***
- Óscar, estoy pensando que Belén no sólo ha enviado las pistas para indicarnos quién era. ¿Y si hay algo más en ellas?
- Pues no lo había pensado. – ciertamente no lo había pensado. No he revisado los archivos ni los textos más a fondo – Ya sé en qué vamos a ocupar lo que queda del día.
Marzo estaba llegando a su apogeo, pero afortunadamente hoy, el sol había conseguido ganarle terreno a las nubes y al viento frío que ha estado entrando del norte. La temperatura es primaveral y no hemos podido evitar salir a pasear por el paseo marítimo. Parecemos una pareja de novios consolidada, creo que nos hemos convertido en eso, aunque nos saltamos los preliminares. Ésta era otra de esas pausas que liberan la mente, pero que ciertamente no sirven para eso, pues no podemos de dejar de pensar en lo mismo, pero al menos respiramos aire de verdad, y no todo va a ser sexo. Creo que hay demasiados sentimientos reprimidos, pero espero ir descubriéndolos poco a poco, antes de cansarnos.
- ¿Qué es lo que tenemos hasta ahora?
- Pues… - hago memoria – dos canciones de Bowie, Life on Mars y Starman, dos fragmentos de El Anticristo de Nietzsche, parte de un poema copiado de mi cuaderno y dos fragmentos más que no reconozco, parecen propios, pero no sabría decirte.
- Recuerda que Belén está trabajando con un nombre falso en una empresa de seguridad que curiosamente ha solicitado tus servicios. – Me mira muy sonriente.
- Sí, curiosamente. – Esta línea argumental me está poniendo de los nervios, en cuanto lleguemos a casa voy a ponerme a ello, haber si saco en claro alguna información entre los datos que tenemos.
Llegamos hasta el final del paseo marítimo y entramos en el Club Náutico a merendar.
- Óscar – me dice Laura mientras juega con el pedazo de tarta de chocolate que le ha quedado en el plato – tengo que regresar a mi casa dentro de una semana, y no sé qué hacer.
- ¿Qué quieres hacer realmente?
- Quiero quedarme aquí contigo.
- Pues quédate.
- Hombre, visto así es muy fácil. Pero tengo un trabajo y una vida que dejar atrás. Estos días han sido muy excitantes y la idea de irme… Además, de un día a otro he invadido tu territorio y me he colado en tu vida.
- Laura, ¿Qué quieres que te diga? Quiero que te quedes. No se porqué está pasando todo esto, ni si vamos rápido o no, ni cómo acabará.
- ¿Y ahora de que hablas? De lo nuestro, o de Belén.
- De todo. No se lo que pasará, pero sí lo que puede pasar. Y quiero que te quedes.
- ¿Y el resto de mi vida? No es fácil dejar todo atrás y empezar de nuevo.
- Ya. Pero no pensemos en ello, disfruta de todo ahora, y ya hablamos de esto en un par de días. Porque lo que sí sé, es que quiero terminar el día contigo.
Regresamos a casa andando y nos coge el anochecer. Aunque el día fuera primaveral, la tarde noche estaba siendo otoñal. Llegamos a casa y nos duchamos. Pedimos algo al chino para cenar. Habíamos preparado todo para echarle un vistazo después de la comida, pero el cansancio del paseo y le bienestar de la ducha nos ha dejado para el arrastre.
- Creo que me voy a la cama. – le digo mientras me levanto del sofá y del fallido intento de ver una película. – Estoy que me caigo.
- Yo también.
Y antes de quedar completamente tumbados, ya nos habíamos quedado dormidos.
***
El domingo ha amanecido alegre y muy soleado. El desayuno casi se convierte en almuerzo, nos hemos levantado demasiado tarde, por lo que hoy, de mutuo acuerdo, el atuendo oficial será el pijama.
Sobre la mesa de mi despacho reposan todas las notas que quedaron pendientes la noche anterior, por lo que dedicaremos el día a intentar desentrañar algún misterio de entre todos hechos. Laura hace café para todo el día, por si acaso.
- Bien – digo mientras ordeno todos los papeles entre el panel de corcho y la mesa de mi despacho. – Esto es todo. Y a pesar de todo, no veo nada.
- Tranquilo, si ni siquiera sabemos qué saldrá de todo esto, a lo mejor perdemos el domingo intentando buscar fantasmas entre todas las cosas.
- Es posible, sería la primera vez que Belén no calculara su alcance, cosa en la que no caí hasta ayer. Qué burro.
- Lo sé, tranquilo, para eso estoy aquí. – menudo cambio de cara, desde que me dijo ayer que tenia que regresar hasta esta mañana, parecía extremadamente decaída.
- Gracias por tu confianza. – le digo entre dientes. – Bien, el primer mensaje. “Está mas cerca de la piel, es como una guerra con un espectro, inunda como un diluvio, es un arma bajo el mar, es la pasión por un eco.”
- Sí, es el poema que Aillil, el cuñado de Etain, le dedica a ésta tras caer enfermo de amor por ella.
- Vaya, qué romántico.
- Sí, pero no te engañes, es una leyenda celta. – Me dice sonriendo – Y no le veo sentido. Por el momento no parece que haya nadie enfermo de ninguna de las maneras, y si fuera Belén, no nos lo diría con tanta parafernalia.
- Cierto. Segundo mensaje, que estaba dentro del mismo correo.
- La canción de Bowie, – me interrumpe – la que no paras de tatarear cada cinco minutos.
- Sí, Life on mars.
- ¿Y de qué va?
- Buena pregunta. – Repaso mentalmente la canción – Básicamente describe la cultura americana, y la deja por los suelos.
Rápidamente hago una traducción de la letra. Me la bajo de Internet y se la traduzco, explicándole las extrañas palabras que forman las expresiones que usa en la canción, como “mousy hair”. Una vez terminada, sólo le encontramos sentido al estribillo, porque el resto, aunque hable de “una chica que observa desde un sitio claro una película triste” no tiene mucho sentido, y la última parte trata sobre criticas americanistas. Acordamos que el estribillo debe tener algo, aunque no olvidemos partes de la canción, por le momento solo nos centraremos en ella. Preparo la traducción mejor sobre una hoja de mi procesador de textos y la imprimo. Tras esto, la leo en voz alta.
Marineros luchando en el salón de baile
¡Oh hombre!
Mira a esos cavernícolas.
Es la feria de los mas extraños (freakiest)
Echa un vistazo al Abogado,
Golpeando a la persona equivocada.
¡Oh hombre! Me pregunto si él sabrá alguna vez
que está en la mejor feria del engaño.
¿Hay vida en Marte?
- Qué extraña, no tiene sentido.- Me dice Laura centrada en el texto que ha tomado de mis manos.
- Bueno, piensa que hablamos de Bowie, - lo pienso mejor – y de Belén.
- Sí, es verdad. Venga, continúa.
- Vale, segunda pista, tu correo.
- Vale, te lo leo. – Coge la copia de su correo. – Vemos a todo el mundo en todas partes, y nadie nos ve a nosotros, las tinieblas nos esconden de quien pudiese contarnos.
- Eso tiene una pinta de pista…
- Sí – me interrumpe. – Ya lo veo.
- Es la primera parte de “El anticristo”.
- ¿Te lo has leído?
- Sí, se convirtió en una obsesión que me estuvo machacando hasta que terminé de leerlo.
- ¿Y cómo lo recuerdas?
- No lo sé, me suelo acordar de todo lo que leo. Y este libro fue casi obligado.
- Belén supongo.
- Sí. Belén.- Me quedo en pausa un momento. – Continuemos, por favor. Siguiente pista. – Cojo la impresión que hice del correo que recibí estando en la biblioteca hace un par de semanas y leo. - Ni por tierra ni por agua encontrarás el camino que conduce a los hiperbóreos. Esta parte, - me interrumpo la lectura – es de Nietzsche también, pero la que viene no. – Continúo la lectura. – No me juzgues por mis actos, yo tan solo respondí a la guía de los vientos que me llevaron hacia ti.
- Parece una excusa por haberte escrito.
Que locuaz, no había caído, aunque tenga una mente analítica, no soy capaz de ver cosas que se salen de mi pantalla de ordenador y que procesen datos. Laura tiene razón, parece una escusa dirigida a mí.
- Interesante deducción. – Y me acerco a darle un beso en los labios. – Tu premio.
- Quiero otro.
- Luego, continuemos – le digo mientras veo como me hace un puchero con los labios.- A continuación venía unas líneas de mi poema. Pero creo que fueron para obligarme a mirar en el cuaderno donde lo tengo anotado, porque allí encontré esto. – Y le muestro la hoja de papel con la S mayúscula subrayada y con una flecha apuntando hacia arriba como el símbolo del dólar.
- Menuda cosa rara. Recuerda que hay que enviársela a Alejandro.
- Sí, mañana. Y con este mensaje había otra canción de Bowie.
- Jo, a mi no me mandó ninguna. ¿Cuál es?
- Starman, te cuento.
Seguí el mismo procedimiento que con la anterior canción, y tras leerla en voz alta y darle varias vueltas, sacamos en claro que la parte mas interesante estaba también en el estribillo. Más que nada porque no le encontré sentido a que “unos gatos tumbados escucharan Rock’n’Roll”. Imprimí la letra señalando el estribillo.
Hay un hombre del espacio esperando en el cielo
Le gustaría venir y conocernos.
Pero piensa que volará nuestras mentes
Hay un hombre del espacio esperando en el cielo.
Nos dice que no las volará
Porque sabe que todo merece la pena.
Él me dijo:
Deja que los niños lo usen.
Deja que los niños lo pierdan.
Deja que todos los niños bailen (el boogie)
- ¡Ja! – Grita Laura - ¿Qué, te dije que la otra canción era extraña? Me ratifico.
- Tienes razón. Espero que el hombre del espacio sea Belén y los niños nosotros, pero no podemos partir de esta teoría aún. Bueno, pasemos a la siguiente pista.
- Sí, aquí la tienes, creo que no la habías visto aún. – Toma la hoja entre sus manos y lee. –Todos son mis amigos y mis guardianes, mis excelentes amigos y ayudantes. – Me mira fijamente. – Y no hay más, sólo la firma, Berenice.
- Joder, esto va de mal en peor. Eso es de Poe, exactamente de El sistema del doctor Alquitrán y el profesor Pluma.
- No, joder tú. ¿Cómo consigues acordarte de todo lo que lees?
- No sé – me encojo de hombros – me encanta leer, ya te he dicho que retengo todo lo que leo.
- ¿Memoria fotográfica? No me lo habías dicho antes. Es algo que recordaría.
- No Laura, sólo lo que leo. – Ahora es ella quien se encoge de hombros.
- Creo que no hay mas pista, y si no estamos como antes, creo que estamos peor.
- Pues sí.
Y ahí quedó todo. Pasamos el resto del domingo dándole vueltas a todo lo que teníamos y preparando un correo a Alejandro. Anotamos los datos y las conclusiones a las que llegábamos y que cambiábamos cada cinco minutos. Necesitábamos influencia externa y descansar nuestras mentes, así que cuando llegó la noche y terminamos de cenar nos pusimos a ver una película que nos dejó Cao. Nos arrastramos hasta la habitación como zombis y caímos tal cuales a la cama.
- Todo me da vueltas, ni siquiera me he enterado de la mitad de la película.
- Yo estoy igual, he intentado no darle vueltas a todo esto, pero chica, es imposible.
- Bueno Óscar, dejémoslo por hoy. – Apaga la luz de su mesilla para quedar en una completa oscuridad – Que mañana será otro día.
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