Buff...vengo de trabajar ahora mismo, y las calles de Tortuosa son un infierno, tanto tráfico hace que vuelva tardísimo a casa. Por cierto, mi nombre es Amanda. Ya lo sé, es horrendo, a muy buen seguro que me lo pondría mi padre del cual sólo conservo eso, ni siquiera su apellido. McKillop, como veréis que firmo acompañando a mi nombre, es el apellido de mi madre. La verdad, no es momento de poner "a parir" a mi padre, ya os contaré algo más sobre ellos.
Yo nací en un pueblo desconocido, sin apenas cuidado, rodeado de dos hermanos y una hermana a los cuales había que mimar para que trajeran dinero a casa para mantenernos. Yo siempre odié eso, odié que otros trabajaran para mi beneficio, para cuidar a la benjamina de la casa. Por suerte, esa época ya pasó, ahora soy un poco más mayor, acabo de cumplir los 23. Una edad magnífica dicen, claro, si no tienes que trabajar de sol a sol en una oficina en el centro de una ciudad en continuo caos para un cabronazo de jefe que intenta aprovecharse de ti cuando te despistas un poco. ¿Mi trabajo? "Un poco de café", "Unos papeles allí...", "Llama a Fulanito"... en fin, la típica secretaria sin futuro encerrada entre cuatro paredes sin posibilidad de crecer profesionalmente hablando.
Como os decía, he vuelto a casa, al abrir la puerta y esquivar unos trozos de pizza de la noche anterior y ver las dos llamadas diarias en el contestador de mi hermano mayor, me he ido para el cuarto, suelto la chaqueta en su sitio (o sea, un taburete junto a ropa para planchar de tres días) y me tiré en la cama. Creo que ya está bien por hoy, no fue un buen día, tengo la impresión de que pronto me van a echar, mi empresa va a pique y no me dejan aportar más que unos terrones de azúcar.
Con esto, me voy a dormir, ya os seguiré contando otro día más cosas sobre mí, si no me pasa algo antes... ¡Ah! a mi hermano ya lo llamaré otro día.
Yo nací en un pueblo desconocido, sin apenas cuidado, rodeado de dos hermanos y una hermana a los cuales había que mimar para que trajeran dinero a casa para mantenernos. Yo siempre odié eso, odié que otros trabajaran para mi beneficio, para cuidar a la benjamina de la casa. Por suerte, esa época ya pasó, ahora soy un poco más mayor, acabo de cumplir los 23. Una edad magnífica dicen, claro, si no tienes que trabajar de sol a sol en una oficina en el centro de una ciudad en continuo caos para un cabronazo de jefe que intenta aprovecharse de ti cuando te despistas un poco. ¿Mi trabajo? "Un poco de café", "Unos papeles allí...", "Llama a Fulanito"... en fin, la típica secretaria sin futuro encerrada entre cuatro paredes sin posibilidad de crecer profesionalmente hablando.
Como os decía, he vuelto a casa, al abrir la puerta y esquivar unos trozos de pizza de la noche anterior y ver las dos llamadas diarias en el contestador de mi hermano mayor, me he ido para el cuarto, suelto la chaqueta en su sitio (o sea, un taburete junto a ropa para planchar de tres días) y me tiré en la cama. Creo que ya está bien por hoy, no fue un buen día, tengo la impresión de que pronto me van a echar, mi empresa va a pique y no me dejan aportar más que unos terrones de azúcar.
Con esto, me voy a dormir, ya os seguiré contando otro día más cosas sobre mí, si no me pasa algo antes... ¡Ah! a mi hermano ya lo llamaré otro día.
AMK
0 comentarios:
Publicar un comentario