martes, 7 de abril de 2009

Semana 6, Isaac

martes, 7 de abril de 2009
-Sabía que la terminarías cagando con esa secretaria, por suerte la chica tiene la cabeza bien amueblada.

El tono de Noah es calmado, casi paternal, no es una bronca, es un “te lo dije”.

-Yo no la he cagado, María y yo teníamos un acuerdo, ella está dentro, comprende que todo lo que hago es por el plan.

-Y una mierda Isaac. Estás enamorado de esa arpía de Carmen Aguado. Por eso insististe tanto en ir tú personalmente.

Noah no es lo suficientemente listo como para haberse dado cuenta él solo, por lo que deduzco que es cosa de María. En realidad no estoy enamorado de Carmen Aguado, es decir, ya no. Bastó una botella de vino y un pésimo polvo para darme cuenta de que no la quiero. En definitiva, nunca podré dejar de ir al psicólogo. Soy un tarado.

-Lo que me molesta es que, pese a todo, siempre te sales con la tuya. Da igual cuánto la cagues, el universo se alinea para que el plan te funcione. Tú y tu puñetera buena suerte.

Pobre Noah, aún se culpa por nuestro fracaso en la reunión con Carmen. Cree que si hubiera ido yo solo, no estaríamos en esta situación. Y, aunque no le falta razón, Carmen es mucha Carmen. Por eso nunca estaremos juntos… porque no la merezco.

-Oye, sé lo que me hago, ¿de acuerdo?, en poco más de un mes he conseguido que la propia Carmen Aguado me dé la llave de su casa. Y sí, me la estoy tirando, pero eso no significa que me haya enamorado de ella, ya me conoces, yo no puedo enamorarme. Estoy aquí con por una razón, dinero. Joder Noah, ¿aún no te has enterado de que yo desprecio a las mujeres?

Sin poder evitarlo rememoro el dulce regalo que María trajo consigo días atrás. No sólo soy un tarado, además soy un imbécil.

-Escúchame bien, la vía informática, de momento, no es segura. Puedo colarme en el sistema de la asesoría, pero puede que deje un rastro, y está claro que Carmencita sospecha algo, de lo contrario no habría contratado a ése maldito analista de sistemas. Cuida de la secretaria, ¿me has oído?, dale lo que te pida, en estos momentos es nuestra mejor baza. Averigua lo que puedas y vete de Tortuosa, no necesitamos tener a dos infiltrados en la asesoría, además, si ya te has metido en la cama del enemigo, ¿qué te queda por hacer allí?

Noah disfruta del rapapolvo. María se ha alineado a su favor y eso me hace débil. Necesito resultados. Necesito averiguar algo en casa de Carmen a parte de… Necesito un bombón finlandés relleno de vodka.

-Me iré de aquí cuando tenga lo que vine a buscar. ¿Qué pasa con los herederos de Villegas? ¿Y qué le has dicho a nuestro amigo Maktum?

-Los herederos de Villegas se reunirán en Tortuosa dentro de un mes, si no nos damos prisa se nos escapará el negocio. Y con Maktum no podemos permitirnos el lujo de la prisa. De momento, descartemos a los Villegas.

-Como quieras.

Llaman a la puerta. Debe ser María con mi trabajo de mañana.

-Noah, llaman a la puerta, debe de ser María.

-Pues ábrele… y cuídala.

Mi primer pensamiento antes de colgar es que María sabe cuidarse sola. Nuestra relación profesional de respeto y sexo se ha ido al garete en menos de una semana. Sus visitas ahora son cortas y a menudo desagradables. Y la de hoy no es una excepción, precisamente. Abro la puerta y me tira los papeles a la cara… Hoy viene enfadada.

-Toma, tu trabajo de mañana. Adiós.

Ante la amenaza inminente de su marcha cierro la puerta. Tengo que cuidarla. No porque Noah me lo diga o porque ella lo necesite… Sino porque me da la gana.

-No te vayas, espera, prueba estos bombones.

Me mira con odio. Con desprecio. Coge un bombón de la bandeja y tira seis al suelo. Menos mal que vienen envueltos.

-Muy rico. ¿Me puedo ir ya?

-Puedes irte cuando quieras, pero ¿me dices por qué estás tan enfadada?

-Porque me has quitado mi dignidad. Me has convertido en una cornuda consentida. Llevo una semana aguantando risitas. Ya no me desean. Ya no me envidian. Ni siquiera me odian. Todos se ríen de mí. He tenido que aguantar las sutiles indirectas de Carmen Aguado, esa zorra presuntuosa, toda la mañana. ¿Cómo puedes meterte en la cama de alguien que habla de sí misma en tercera persona? Dios, Isaac, ¿te enamoraste de esa tía porque no aceptó vuestro dinero? ¿Así de desequilibrado estás? Y lo peor es que sólo hay que verte la cara para saber lo mal que folla la Aguado. Echas de menos a Paula, ¿verdad? Pues sigue echándola de menos… tarado.

Y metiéndose un puñado de bombones en el bolsillo de la chaqueta se va dando un portazo.

Recojo los papeles del suelo, los pongo sobre la mesa y descubro que tengo un mensaje en el móvil, de Carmen. “María no sospecha nada, nuestra pasión es ilimitada y silenciosa, te veo mañana en la oficina”.

-¿Oiga, es el servicio de acompañantes distinguidas? Le llamo desde Tortuosa…

-¿Tortuosa? ¿Es usted Isaac?

-Pues sí señora, verá quería…

-Quería usted robarme otra chica. Pues ¿sabe lo que le digo?, que se puede ir usted a la mierda.

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