Sumido en la oscuridad, me costaba trabajo respirar debido a los golpes que había recibido y notaba como la sangre caía lentamente por mi frente derramándose gota a gota sobre el suelo sucio. El charco de color rojo era cada vez más grande y desprendía un ligero olor metálico. El dolor me hacía sentir bien, pero no quería morir de aquella manera.
…
Curiosamente la cara de Sofía no mostraba enfado, más bien satisfacción.
- Te repito Walter ¿para qué sacaste esta información del Sr. Balumer?
No tenía respuesta preparada para aquella pregunta. Otra vez mis ganas de terminar con todo habían hecho que cometiera un error. ¿Cómo había dejado aquellos papeles a la vista de todos?
- Un cliente me preguntó por él, necesitaba saber con quién estaba tratando.
- ¿Un cliente? ¿Qué cliente Walter? – No tenía respuesta para eso.
- Javier de Villar – Fue el primer nombre que se me vino a la cabeza – Ha entrado esta mañana. Parece ser que el señor Balumer le debe dinero.
- ¿Javier de Villar? – Parece que se lo había creído – María no me ha dicho que haya entrado ningún cliente con ese nombre.
- Cogí yo el teléfono directamente, María no sabe nada.
- Muy bien, y ¿qué cantidad se supone que le debe el señor Balumer al señor de Villar?
- No me ha concretado la cantidad, simplemente ha llamado para pedir información, quería saber cuándo le íbamos a cobrar por recuperar su dinero.
Sofía se quedó pensativa durante un segundo. Parecía que la había convencido. Había tenido que improvisar dándole el nombre de mi profesor de inglés en secundaria. A saber qué estaría haciendo en ese momento. No pasó más de un minuto antes de que Sofía volviera a hablar mientras que mostraba una amplia sonrisa.
- Me gusta tu estilo Walter – No conseguía entender por donde iba – Rómulo ya me advirtió que tenías gran inventiva. - ¿Rómulo? ¿Conocía a Rómulo?
- ¿Te sorprende Walter? Acaso crees que no iba a saber quién eras. ¿Por quién me has tomado? Debes saber que gracias a Rómulo trabajas con nosotros. Cuando me llegó tu candidatura no podía creer lo que estaba leyendo. Por supuesto lo primero que hice fue llamarlo.
No había ninguna duda, sabía perfectamente quién era Rómulo Balumer, después de todo no había sido tan precavido como pensé. Pero eso no era lo peor, lo peor era que parecía saber perfectamente quién era yo. No tuve más remedio que reaccionar.
- ¿Quién eres Sofía?
- ¿Perdona? No puedo creer lo que está pasando aquí. – Parecía indignada. - ¿Me estás preguntando que quién soy? Gualberto Méndez, el pobre huerfanito me está preguntando quién soy - No podía creer lo que estaba sucediendo.
- Sí Sofía, ¿quién eres? ¿De qué conoces a Balumer? y ¿qué sabes de mí? - Volvió la sonrisa a su cara. Parecía que estaba disfrutando con todo aquello.
- Walter. Lo sé todo de ti. – No podía ser verdad.
- ¿Qué quieres de mí?
- ¿Crees que quiero algo de ti?
- Sí.
- Es cierto, quiero algo de ti.
Se giró levemente para abrir uno de sus cajones. Tras rebuscar brevemente en él, extrajo una serie de carpetas y las puso sobre la mesa. En la portada de cada una de ellas pude observar distintos nombres de personas que no conocía. Sofía continuó hablando.
- Digamos que estas personas deben bastante dinero a clientes importantes y se están resistiendo a nuestras “gestiones telefónicas”. – Volvió a poner su sonrisa soberbia – Necesitamos a alguien que vaya a buscarlos y los “convenza” de que paguen.
- Sofía, ¿qué me estás pidiendo?
- ¿No he sido lo suficientemente clara?
…
Habían pasado tres días desde la conversación con Sofía en la que me pedía que fuera el matón de Gestora de Servicios y desde entonces no había vuelto a sacar el tema. El día estaba soleado en Tortuosa y el fin de semana se mostraba poco motivador, como siempre. Aún no había abierto el sobre con información del Negro porque quería reservarlo para cuando tuviera la cabeza fría. Estaba a punto de llegar a mi casa, cansado, y eso me impidió ver el coche negro aparcado junto a mi portal. Subí las escaleras de una en una, lentamente, reflexionando sobre las palabras de Sofía, ¿podría hacer lo que le pedía? ¿Qué relación podía tener con Balumer como para que me hubiera contratado por él? Todos estos pensamientos hicieron que no percibiera el momento exacto en el que perdía el conocimiento debido al fuerte golpe recibido en la cabeza, nunca supe muy bien con qué me habían golpeado, simplemente noté un fuerte dolor y una gran oscuridad.
…
Cuando todo volvió a aparecer ante mis ojos y volví a ser consciente de quién era, lo primero que noté fue un sabor desagradable a hierro en mi reseca boca. Por otro lado, al intentar tocarme la cara para ver si estaba sangrando, pude comprobar que tenía las manos atadas. Intenté ponerme de pie pero noté que también tenía las piernas atadas a las patas de la silla en la que estaba sentado. Me dolía la luz que entraba sin permiso y que hacía que todo pareciera borroso. Poco a poco, la nitidez volvió y pude empezar a apreciar los detalles de la habitación vacía en la que me encontraba. Justo a mi espalda pude percibir un movimiento, intenté girarme, y un profundo dolor apareció en mi cuello.
- Mira quién se está recuperando. – No pude distinguir la voz de quien hablaba.
- El Chico vuelve a la vida – Inconfundible, era la voz del Negro.
Tenía la boca demasiado seca como para hablar.
- ¿No tienes nada que decir chico? ¿Te ha comido la lengua el gato?
- Agua. – Fue lo único que pude decir.
- ¿El chico tiene sed? – La imagen del Negro apareció delante de mí – Para que veas que no soy tan malo como crees voy a darte algo de agua.
Desapareció de nuevo de mi presencia y cuando volví a verlo llevaba una botella de agua en la mano. Me la acercó y me dio de beber. Continuó hablando.
- Te voy a contar lo que va a pasarte a continuación, porque no me gusta dejar las cosas a medias y no me gusta que me tomen el pelo. – Me agarró la barbilla para que lo mirara a la cara, podía oler su aliento a vino - Para empezar, quiero que te quede claro que me vas a pagar el doble de lo que me debes en un plazo no superior a dos semanas y, para que no se te olvide, mi amigo el pelirrojo te va a seguir arreglando la cara un rato. ¿Algo que decir?
- Gilipollas.
- Bien, me alegra que estés de acuerdo. Ahora mi amigo empezará su trabajo.
El gordo pelirrojo comenzó su trabajo. No recuerdo los golpes que recibí antes de que la luz se fuera de pronto.
- ¿Qué ha pasado? – La voz del Negro parecía asustada - ¿Se ha ido la luz?
- No lo sé jefe, de todas formas ¿no le parece que ya ha tenido bastante?
- Vale, está bien por hoy. Desátalo y vámonos de aquí.
Bruscamente, noté como me quitaban las cuerdas que me ataban y empujaban la silla para que cayera al suelo. Poco después pude oír cómo se abría la puerta y salían de la habitación.
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