Semana 10, África

- África, esto es para ti- Tomy me pasa un sobre, lleno de dinero. Es de noche y estamos en el coche, en el aparcamiento de la excavación. Esto parece una película de mafiosos. Desconfiada, miro a mí alrededor, para comprobar que solo un gato merodea el cubo de la basura.

- ¿Qué es esto Tomy? ¿Por qué me das un sobre con dinero? Eso no es mío.

- Sí que lo es. Es por dormir contigo.

- ¿Tú eres tonto? ¿Desde cuándo cobro porque se acuesten conmigo?

- No me refiero al hecho, sino al habitáculo.- Incrédula me pregunto en qué momento me he perdido- Mira, llevo mucho tiempo durmiendo prácticamente a diario en tu casa. No me mires con esa cara y déjame que acabe de contarte. Me di cuenta que era absurdo seguir pagando el hotel, para no ir. Pero es aún más incongruente pensar, no que fueras capaz de entenderlo, sino de aceptarlo. Por eso no te dije nada. Ya no me alojo en el hotel. Y este es el dinero que habría tenido que pagar si no hubiera sido porque dormía en tu casa.- Necesito tiempo para canalizar la información.

- ¿Y las noches que no te he dejado dormir en mi casa?

- Ja Ja, buena pregunta. Si no había suerte para pillar una habitación libre a esas horas…al coche. Y quítate ya esa cara. Piénsalo. Es mejor así, y ahora ya está científicamente probado.

- Creo que será mejor que hablemos de esto en otro momento.

Lo peor de todo es que tiene razón. Y por eso no puedo enfadarme. Si me lo hubiera planteado de otra manera no lo habría aceptado. Pero no por eso me toca menos las narices. A veces, incluso yo creo que podemos dejar a un lado la evolución, y no es así. Somos monos. Los machos sienten la necesidad de aparearse con todas la hembras posibles y las hembras utilizan todos los medios para lograr que un macho las proteja. Son verdades biológicas demostradas. Aún así no consigo aceptarlo. Porque si no elijes bien al macho, puede traerte más complicaciones que protección. Y sola tampoco me va tan mal. No obstante, no estoy segura de que pueda llevar bien el hecho de que alguien me pague por compartir la cama.

- Estoy pensando que podríamos llegar a un acuerdo, Tomy.

- Miedo me das.

- Resulta que Manuel tiene un cuartito en su patio trasero. Donde está la famosa secadora, junto con un montón de cosas que no sirven para nada. Está claro que ese es tu lugar.

- ¿Por qué dices que es mi lugar? ¿Por los trastos, viejos e inservibles, o por la secadora que usas prácticamente a diario?

- Déjate de rollos Tomy. Hablo en serio. Es un trato, lo tomas o lo dejas. Le pagas un alquiler al viejo y así además te ahorras dormir en el coche, que nunca se sabe. Hay veces que sale el sol y no uso la secadora en unos días. Tú mismo.-Horrenda expresión, la odio incluso cuando sale de mi boca.

- Puede ser que esté bien. Aunque habrá que demostrarlo científicamente.

- ¿Qué te parece si empezamos mañana? Siempre y cuando Manuel esté conforme.

Y lo estuvo. Rápidamente hicimos limpieza, y en un par de días, Tomy se había instalado en el cuartito de la casa vecina. Y esa misma noche chillaba desde el otro lado de la verja.

- ¡Vecina! ¡Vecina!

- ¿Qué está pasando, Tomy?-Está lloviendo, espero que no me haya hecho salir para nada.

- ¿Tienes sal, vecina?

- ¿Para qué quieres sal, si no tienes cocina, mojón?

- Uy verdad, vas a tener que invitarme a cenar.

- Bueno vale, pero si me prometes que no vas a beber mucho, vaya a ser que te multen de mi casa a la tuya. Y aligera, que me mojo.

- Antes de irnos deberías entrar un momento.

- Sí hombre, que nos esperan para cenar. Deja la clandestinidad sexual para otro momento.

- Es algo que quiero que veas. O mejor que escuches.-No estoy demasiado convencida, pero entro por el simple hecho de dejar de mojarme.- Mira, justo aquí. Toc, Toc. Suena hueco.

- Tú sí que estás hueco.

- En serio, ¿no lo notas?- sigue insistiendo

- Puede ser. Será una cañería o algo. Vámonos a cenar que se está haciendo tarde.

Y pasaron muchos días hasta que me tomé en serio lo del ruido.